DAME ESTE MONTE
- Ariel Romero Lopez
- 30 jun
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 1 jul
Todo nosotros estamos esperando en Dios con relación a ciertas cosas que Él nos ha permitido aspirar dentro de Sus buenos propósitos. Pero, ¿cómo podríamos alcanzarlas echando mano solo de la fe? ¿Se trata de esperar indefinidamente, o habrá algo que debamos hacer para lograrlas?

A veces estos anhelos y esperanzas han venido en forma de:
Alguna profecía que hayamos recibido.
Una promesa que descubrimos en la Palabra de Dios.
Un proyecto anhelado que pusimos en oración.
Y estos casos aún “intangibles” pueden referirse a áreas tan diversas de nuestra vida, como:
La familia.
El trabajo o profesión.
Un ministerio o desarrollo de un talento que hayamos encomendado en las manos de nuestro Dios.
Los anhelos más personales que deseamos alcanzar en nuestra vida.
UN VIEJO BASTANTE EJEMPLAR
El relato de Caleb y su toma del Monte de Hebrón es una historia peculiar y muy motivadora, la cual nos deja muchas lecciones de vida, sobra la base de las cuales podemos conquistar también todo lo que nos pertenece. Él es un ejemplo de fortaleza física, emocional, espiritual y mental, y de un espíritu indómito que nunca se rinde, confiando en las promesas de Dios.
Esta narración se registra en el Libro de Josué, y reza diciendo: “Y los hijos de Judá vinieron a Josué en Gilgal; y Caleb, hijo de Jefone cenezeo, le dijo: Tú sabes lo que Jehová dijo a Moisés, varón de Dios, en Cades-barnea, tocante a mí y a ti. Yo era de edad de cuarenta años cuando Moisés siervo de Jehová me envió de Cades-barnea a reconocer la tierra; y yo le traje noticias como lo sentía en mi corazón. Y mis hermanos, los que habían subido conmigo, hicieron desfallecer el corazón del pueblo; pero yo cumplí siguiendo a Jehová mi Dios. Entonces Moisés juró diciendo: Ciertamente la tierra que holló tu pie será para ti, y para tus hijos en herencia perpetua, por cuanto cumpliste siguiendo a Jehová mi Dios. Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y cinco años, desde el tiempo que Jehová habló estas palabras a Moisés, cuando Israel andaba por el desierto; y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco años. Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar. Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho. Josué entonces le bendijo, y dio a Caleb hijo de Jefone a Hebrón por heredad. Por tanto, Hebrón vino a ser heredad de Caleb hijo de Jefone cenezeo, hasta hoy, por cuanto había seguido cumplidamente a Jehová Dios de Israel. Mas el nombre de Hebrón fue antes Quiriat-arba; porque Arba fue un hombre grande entre los anaceos. Y la tierra descansó de la guerra” (Jos.14:6-15).
¡Vaya epopeya! ¿Cómo no habría de inspirarnos? Un hombre de 85 años aún estaba pidiendo “un monte más por conquistar”, para disfrutar y dar herencia a su casa… después de 40 años de desierto y 5 años de conquista en Canaan. ¡Y no lo estaba pidiendo gratis! Aún tenía “garras de león” para lograr, conseguir y dominar.
“Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Is.40:30,31).
PECADOS A EVITAR PARA TRIUNFAR
Muchos, aún siendo jóvenes, a la verdad:
Se rinden con facilidad…
Se conforman con solo haber llegado, y sobrevivido…
Se desaniman y desmotivan en el camino…
Caleb demostró ser victorioso sobre la tentación de caer en los pecados de:
DIMITIR.
CONFORMARSE.
DESÁNIMARSE.
Su célebre frase “dame, pues, ahora este monte” siguen resonando como un desafío a la mediocridad y al desgano que muchos han adoptado como slogan personal, y nos “incomodan” a todos para que podamos alcanzar todo lo que el Señor tiene para nosotros… ¡y no menos!
Hermano: No renuncies, no hagas “dejación” del cumplimiento de tu comisión. La “desgana” jamás te llevará a disfrutar de tu asignación. No te resignes a solo lograr “a la mitad” lo soñado. No desfallezcas. Dios no se agrada de los apáticos, sino que ha reservado sus triunfos para los valientes. Rebélate contra la actitud de desmotivación, y decide no vivir nunca en el desaliento.
“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Jos.1:9).
“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” (Mt.11:12).
EL “CÓDIGO CALEB” PARA CONQUISTAR
He aquí varias lecciones y enseñanzas que podemos poner en práctica al aprender de Caleb, según se va desarrollando su relato en el libro de Josué, capítulo 14, versículos del 6 al 15:
Tomar la Iniciativa y Tener Arrojo para Solicitar. Tú debes buscar y procurar tus bendiciones, no esperar que te lleguen solas: “Y los hijos de Judá vinieron a Josué en Gilgal; y Caleb, hijo de Jefone cenezeo, le dijo” (Jos.14:6).
Mantener Viva la Esperanza en una Promesa. “Tú sabes lo que Jehová dijo a Moisés, varón de Dios, en Cades-barnea, tocante a mí y a ti. Yo era de edad de cuarenta años cuando Moisés siervo de Jehová me envió de Cades-barnea a reconocer la tierra; y yo le traje noticias como lo sentía en mi corazón” (Jos.14:6,7).
Refrendar los Méritos Propios. “Y mis hermanos, los que habían subido conmigo, hicieron desfallecer el corazón del pueblo; pero yo cumplí siguiendo a Jehová mi Dios” (Jos.14:8).
Mantener el Registro de las Profecías. “Entonces Moisés juró diciendo: Ciertamente la tierra que holló tu pie será para ti, y para tus hijos en herencia perpetua, por cuanto cumpliste siguiendo a Jehová mi Dios” (Jos.14:8).
Reconocer que Dios da la Vida, y es con Propósito, para Disfrutar sus Bendiciones. “Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y cinco años, desde el tiempo que Jehová habló estas palabras a Moisés, cuando Israel andaba por el desierto” (Jos.14:6).
Mantener la Visión y Conservar la Juventud del Alma. “Y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco años. Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar” (Jos.14:10,11).
Pedir en Grande y Saber Reconocer sus Autoridades. “Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día” (Jos.14:12).
Entender que Nada es Gratis, y que Todo Costará una Lucha. “Porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas” (Jos.14:12).
Pelear en las Fuerzas de Dios, y Dejarle el Resultado Final. “Quizá Jehová estará conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho. Josué entonces le bendijo, y dio a Caleb hijo de Jefone a Hebrón por heredad” (Jos.14:12,13).
Motivarse por Dejar una Herencia, un Legado y un Nombre. “Por tanto, Hebrón vino a ser heredad de Caleb hijo de Jefone cenezeo, hasta hoy, por cuanto había seguido cumplidamente a Jehová Dios de Israel. Mas el nombre de Hebrón fue antes Quiriat-arba; porque Arba fue un hombre grande entre los anaceos” (Jos.14:14,15).
Ahora bien, ¿funcionaron estas acciones para Caleb? El resultado de su arrojo de carácter le consiguió indefectiblemente la victoria. “Josué entonces le bendijo, y dio a Caleb hijo de Jefone a Hebrón por heredad” (Jos.14:13).
¡Pon a trabajar estos puntos a tu favor, y recibe lo tuyo en Dios! También pueden en Cristo Jesús, porque dice: “Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo” (II Jn.1:8).
RECOMPENSADO POR HACER MI PARTE
Reconoce que solo hasta que hayas cumplido tu deber merecerás tu parte. El relato de Caleb y su conquista de Hebrón concluye diciendo: “Y la tierra descansó de la guerra”… ¡pero solo hasta entonces! Y estas son las palabras que marcan realmente el final de la conquista de Canaan, no cuando se les dieron las tierras a las tribus, sino hasta que Caleb el conquistador tomó su monte (Jos.14:5).
Pero eso sí, aunque seas el último, las victorias de Dios no estarán completas hasta que tú recibas también lo tuyo.
Este hombre conservó “toda su fuerza” porque reconoció la importancia de dar primero herencia a los demás, aunque él quedara esperando hasta el último. Y así contigo, hasta que hayas cumplido tu asignación de “servicio militar” Dios te dará lo tuyo. Esto es un sacrificio, pero también una garantía, porque una vez que terminas tu asignación Dios mismo se asegurará de que te sea dado tu premio.
Pero no hay pierde: La conquista de la tierra incluye también tu recompensa, pues no podría quedar completa hasta que tu parte te sea entregada.
¡Gózate y lucha! Tu galardón personal y familiar está incluido en el pacto del pueblo de Dios.
Por
ARIEL ROMERO LÓPEZ
(c) 2025
Pastor General - Ministerio Vino y Aceite Internacional
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