Para pasar de un nivel a otro en nuestra vida, y para alcanzar el pleno desarrollo del propósito de Dios es muy importante y útil ser reales, y estar dispuestos a transparentar nuestra condición, tanto interior como exteriormente. San Pablo dijo: "Sus vidas son una carta escrita que todos pueden leer" (II Cor.3:2).
Todos debemos llegar al punto de dejar de emplear caretas que esconden lo que realmente existe en nuestra vida real, porque ningún cambio verdadero es posible si ponemos excusas o si alojamos hipocresía en nuestro corazón.
Jesús dijo: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn.8:32).
Pero, ¿por qué a veces no queremos abrirnos y ser como somos ahora? A menudo es por alguna de las siguientes razones.
Porque es demasiado doloroso mirar hacia adentro de nosotros.
Porque tenemos miedo a la reacción de los demás.
Porque no conocemos otra clase de vida mas allá de vivir ocultándonos.
Porque no hemos experimentado al 100% el amor incondicional de Dios.
Dios nos propone que desde hoy comencemos a experimentar la libertad y el gozo tan completo que hay en el camino de la sinceridad. Dios nos da la bienvenida al relajado disfrute de una vida de autenticidad, libre de máscaras y autoengaños.
ÁREAS DE TRANSPARENCIA
Pero, ¿cómo llegar a ser “reales y transparentes”? Comencemos por buscar la sinceridad y la claridad en las tres áreas que definen nuestra vida, basándonos en el Gran Mandamiento que Jesús enseñó, diciendo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc.10:27).
¡En cada una de estas áreas es importante ser honestos!
Para con nosotros mismos.
Para con los demás.
Para con Dios.
Si no somos capaces de enfrentar nuestras realidades actuales, admitir nuestra responsabilidades así como reconocer los errores cometidos es prácticamente imposible avanzar.
Toda persona que alguna vez falló, o dejó de avanzar o fue vencida por completo, comenzó con tener áreas grises o negras dentro de sí, y no cedió a ser vulnerable y exponerse al auto examen o a la ayuda de otros y de Dios.
¡Es cansado, estresante y desgastante, y hasta devastador, guardar una apariencia!
Si no aceptamos la verdad acerca de nuestro presente, nunca podremos pasar hacia nuestro mejor futuro.
REALES PARA CON NOSOTROS MISMOS
Ser transparentes para con nosotros mismos consiste en ser honestos respecto a nuestra propia responsabilidad en relación a nuestra realidad, que ya no culpemos a otros ni a Dios, sino que tomemos las cosas con madurez y las evaluemos con veracidad, objetivamente.
Ser realistas involucra también no negar nuestras emociones y reconocer nuestros sentimientos, además de percibir nuestras debilidades al igual que nuestras fortalezas. Y aún más allá de esto, conlleva el no justificar nuestro comportamiento nocivo y negativo, sino reconocer el impacto de nuestras decisiones personales, asumiendo todas sus consecuencias.
Nuestras acciones revelan nuestro verdadero carácter y hablan por nosotros mismos, pues “por sus frutos los conoceréis" (Mt.7:20).
Y aunque no es fácil aceptar una responsabilidad total (o al mínimo parcial, según el caso), es el único camino para salir de esos “autoengaños” fatales, como por ejemplo la idea de creernos “semi dioses” infalibles que creen saber dirigirlo todo bien todo el tiempo.
La Biblia dice: “No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente” (Jer.9:23), y “no te apoyes en tu propia prudencia” (Pr.3:5); más bien, “meditad bien sobre vuestros caminos” (Hag.1:5).
El crecimiento espiritual comienza con aceptar responsabilidad propia, y es el camino seguro para aprender de nuestros errores y así convertirnos en mejores personas y en creyentes más genuinos. “Cada cual morirá por su propia maldad” (Jer.31:30), y “todo lo que el hombre sembrare, eso también segará" (Gal.6:7).
REALES PARA CON LOS DEMÁS
Uno de los aspectos más importantes acerca de una vida limpia y traslúcida es el manejo de nuestras relaciones, las cuales solo son saludables cuando llegamos a ser totalmente honestos al evaluar nuestras actitudes y reacciones hacia los demás.
Desde el Antiguo Testamento se dijo: “Ni mentiréis los unos a los otros, ni se engañarán los unos a los otros" (Lv.19:11).
El hijo pródigo de la Biblia aprendió a ser sincero, cuando dijo: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti” (Lc.15:18).
San Pablo, a su vez nos exhorta diciendo: "El amor sea sin fingimiento" (Rom.12:9). “Desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros" (Ef.4:25).
¡Ah, y cuidado con la religiosidad!, la cual es una de las mas terribles armas del autoengaño. El libro de Santiago nos ayuda muchísimo para salir de esa trampa que sirve como ese “manto de justicia” que usamos exteriormente sin que se haya efectuado una real rendición interior demostrada en lo exterior. Dice: “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (St.1:26,27). “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad” (St.3:13,14).
REALES PARA CON DIOS
Podemos ser honestos y claros hacia Dios, tanto acerca de nuestro amor hacia Él como de nuestra falta de éste.
Dios siempre nos llama hablar con Él, quien “sabiendo nuestra condición nos ama sin condición”. “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Is.1:18).
Pero para podernos ayudar necesita que le digamos las cosas como son, y que seamos “tal como somos” ante su presencia, sin fingimientos; como David, quien oró: “Yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría" (Sal.51:3,6).
NUESTRAS REACCIONES NATURALES
¿Cuál es la primer reacción al equivocarnos y fallar? Como seres faltos tendemos a alejarnos de la santidad de Dios, en vez de refugiarnos en ella, y esto sucede porque el diablo nos ha mentido desfigurando la verdadera imagen del Padre Celestial.
Por ejemplo, ¿qué hicieron Adán y Eva cuando desobedecieron? Miremos este pasaje:
“Oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí” (Gen.3:8-13).
¡Todo esto sucede porque no creemos en el amor de Dios! Dudamos de su ayuda, de sus atributos , de su compasión, de su apoyo, de su misericordia, de su afecto incondicional!
Las excusas son la salida mas vieja de la humanidad, y el culpar a los demás es el arma más accesible para tratar de evadir nuestras consecuencias.
Pero, por otras parte, cuando entendemos bien a Dios, no hay necesidad de:
Vivir escondiéndonos.
Vivir ocultando la realidad.
Todo el mensaje de Biblia respalda el hecho de que podemos acercarnos a Dios tal como somos, “ni mejor ni peor”. Nuestros más graves errores no pueden cambiar la naturaleza de Dios.
En la persona de Cristo, Dios vivió la humanidad como nosotros, y nos entiende.
MEJOR CONFESAR QUE SER CONFRONTADO
La Biblia dice que podemos usar la confrontación para ventilar y clarificar un asunto, para arreglar las situaciones y sanar nuestras relaciones.
Primeramente, Dios confrontó al hombre, cuando llamó a Adán, y le dijo: “¿Dónde estás tú?”. “¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?”. “¿Qué es lo que has hecho? (Gen.3:9,11,13).
Adicionalmente, los hermanos podemos también confrontarnos: “Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano” (Mt.18:15).
La confrontación requiere ser realistas, y es útil para que sea arreglada una situación de desorden dentro de cualquier sistema de convivencia o de autoridad. Sin embargo, confrontar no es la medida mas deseable, realmente, pues debiéramos “venir” por nosotros mismos en vez de ser “llamados” u “obligados”.
“Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado” (Sal.32:5). “Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas” (Zac.8:16).
EL ESTÁNDAR PROVISTO Y EL PODER PARA ACCIONAR
Y hablando de transparencia y claridad, recordemos que se nos proveyó de “un espejo” espiritual para ayudarnos a ver, tanto adentro de nuestro corazón como afuera en nuestra conducta. Ese estándar es la Palabra de Dios, que al leerla nos damos cuenta de las áreas en las que necesitamos ser redargüidos. “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.” (Heb.4:12,13). “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (I Tim.3:16,17).
El estándar ejemplificado para compararnos y saber cómo vamos es propiamente Cristo, el varón perfecto, quien representa la medida más alta de todos los valores morales y espirituales conjugados en su sola Persona (Ef.4:13). Él es “el Verbo”, o sea, la Palabra de Dios en acción (Jn.1:1,2).
Ser transparentes ante la Palabra es el comienzo más sabio para una vida de cambios, y para una jornada segura hacia la victoria en todos los sentidos. Pero luego, después de allí, debemos tomar acción: “Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace” (St.1:23-25).
TAL COMO SOMOS Y TAL COMO NOS SENTIMOS
Otro de los aspectos importantes es: Ser transparentes con Dios acerca de cómo pensamos cuando no nos ha ido bien, y cuáles son nuestros temores y las dudas que manejamos acerca de las circunstancias de la vida.
El Dr. Dominick Hernández (de la Universidad Talbot-Biola) explicó una vez que, según el caso de Job (capítulo 9), “Dios permite que Job haga sus preguntas “provocadoras” ¡y no lo fulmina con un rayo! A través de esta observación podemos ver que a Dios le importa mucho más tu honestidad que tu “teología ortodoxa”, porque es cuando somos completamente abiertos, sinceros y vulnerables (en plena sumisión a Él), que Dios entonces nos lleva a donde Él quiere, y allí puede perfeccionar nuestra “teología”. Lo que Job nos enseña a través de sus palabras y la reacción o falta de reacción de Dios es que podemos hablar directamente con Él acerca de las cosas más difíciles que están en nuestros corazones, ¡y de hecho debemos de hacer eso!”
“Frecuentemente usamos las redes sociales para mostrar a los demás “el lado bueno de la manzana”, ¡y eso es lo que todo el mundo ve! Pero todos sabemos que es posible proyectar una imagen de la vida que solo representa una parte de la realidad. Sin embargo, a veces “el lado malo de la manzana” es lo que realmente refleja la vida.”
Dios, por su parte, sabe todo acerca de nuestras situaciones, dolores, dificultades y sufrimientos; y aunque no siempre nos explicará de momento la razón por la que estamos pasando por esa situación, podemos confiar plenamente que Sus propósitos siempre son buenos.
Anímate a ser real con Dios. A veces tú solamente estás viendo desde tu ángulo el lado feo y “mordido” de la manzana, pero Dios en realidad está frente a ti viendo “el lado bueno y bonito de la manzana”, sin revelar necesariamente los propósitos detrás de lo que está haciendo.
EL MEJOR FUTURO
Grandes cosas están por ocurrir en nuestro mundo, a través de personas más genuinas, líderes más auténticos y una generación de iglesia no religiosa, sino real.
Por:
ARIEL ROMERO LÓPEZ
(C) 2024
Pastor General - Ministerio Vino y Aceite Internacional
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