Comenzar un ministerio evangelístico es un sentir muy hermoso, que Dios puede usar para ganar muchas almas para su Reino, así como para bendecir a la iglesia en general, e incluso a la sociedad en general en muchas áreas.
Pero, ¿cómo comenzar a ministrar? ¿Por dónde empezar a predicar? Y luego, ¿qué cosas hacer primero, y qué pasos tomar para continuar?
CINCO CONSEJOS
Existen algunos consejos iniciales que son básicos para ir arrancando un ministerio como evangelista, respaldados todos con pasajes de la Biblia:
Asegúrate de tener una íntima relación con Dios. La base de todo ministerio público es ministrar a Dios en los secreto. (I Sam.2:30; Sal.24:3-5; Mt.6:6; Lc.10:27; Hch.13:1; I Cor.3:13; 4:2-4).
Asegúrate de tus motivos. El ser evangelista debe ser motivado por la gloria de Dios y por el bien de las personas. Debemos revisar nuestro corazón, si está limpio de toda hambre de fama, egoísmo, poder económico, desahogo personal de complejos o traumas, sano de toda competencia ministerial, y aún el deseo individua de ser alguien. (Pr.4:23; Fil.2:21; II Tim.3:4,5).
Asegúrate de amar la Palabra. La Biblia es el libro e texto del predicador, así como los libros de arquitectura lo son para el arquitecto y las leyes del Estado para el abogado. El predicador es responsable de predicar la verdad, pero, ¿cómo podría anunciarla si no la conoce? El manejo del púlpito es muy delicado, ya que las personas acuden a escuchar la Palabra confiando en que sus expositores tendrán el consejo adecuado. (Lc.6:45; Jn.5:39; II Tim.3:15).
Asegúrate de estar bajo cobertura. Debes hacer todas actividades en acuerdo con tu pastor, y trabajar bajo su consejo y permiso; esto para que haya orden en tus pensamientos y decisiones, y así Dios mire tu humildad y te bendiga. Honra a tu pastor para que Dios te honre a ti (Heb.13:7,17).
Asegúrate de estar conectado a relaciones de influencia. No te pierdas la bendición de aprender de otros que están más adelante que tú en el camino del ministerio. Pégate a ministros que ya tienen camino corrido (sin dejar de honrar tu iglesia local). Escucha y aprende de siervos de Dios que sean de inspiración para tu vida y llamamiento, y preferentemente (dentro de lo posible) ten una relación de amistad con ellos. Déjate y aconsejar y cuidar por buenos amigos en la obra (II Sam.10:11; Pr.27:17; I Cor.15:33).
TRES LINEAMIENTOS
He aquí también algunos lineamientos sabios que son sumamente importantes:
Nunca te invites solo o por ti mismo a los lugares. No andes rogando que te permitan predicar. Espera en Dios, que si él te llamó él entonces controla tus entradas y salidas. Muchos pastores de experiencia tomamos la actitud insistente y latosa de los predicadores rogones como una seña de un corazón con hambre de popularidad, una carga innecesaria, o simplemente con necesidad material, lo que indica una motivación ajena, indeseable y de “mal olor espiritual”. Tu paciencia es la muestra de tu carácter e integridad personal. (Sal.42:5).
Nunca pidas ofrendas ni dinero por predicar. Nunca sugieras cantidades a la ofrendas que te ofrecen. Ama a quien puede darte y a quien no, por igual. Durarás poco en el ministerio si comienzas con un sistema de trabajo así, les tu reputación se manchará pronto. Recuerda es Dios quien te llamo, y por tanto quien te paga y quien te suple. (I Cor.9:18).
Asegúrate de diezmar íntegramente de las ofrendas de tus predicaciones. No importa cuán poco sea al principio, nunca sientas pena de dar tu 10% a quien te cuida espiritualmente y ora por ti; y no importa cuán abundante llegue a ser, que nunca te pese honrar a quien te formó en la Palabra de Dios. (Gal.6:6; I Tes.5:12,13).
UNA PALABRA FINAL
Ante todo recuerda que todas las cosas que valen la pena hacer en grande también valen la pena hacerlas en pequeño. Así que nunca te desanimes por comenzar desde abajo. Ten paciencia y ya verás que con el tiempo Dios te promueve. Mateo 25:23, dice: “Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”. “Y aunque tu principio haya sido pequeño, Tu postrer estado será muy grande” (Jb.8:7).
Sigue obedeciendo tu llamado y desarrollándolo poco a poco, hasta el máximo de tus capacidades. El Señor dijo a Abram en visión: “No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande” (Gen.15:1). “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas” (Sal.126:6).
Sinceramente,
ARIEL ROMERO LOPEZ, Pastor
(2022)
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