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ADORADORES REALES

Todos tenemos algún agradecimiento a Dios, y en el fondo, ¡cuánto nos gustaría hallar la forma en que pudiéramos expresárselo!

Sin embargo, cuando enfocamos nuestras flaquezas y pequeñez ante Su grandeza, a menudo sentimos que no es muy significativo lo que podríamos ofrecer; a veces nos comparamos con otras personas hasta el punto de sentir que nuestra adoración no podría ser considerada tan importante como la de ellas.

¿Tenemos toda la fe de que al adorar estamos realmente moviendo los sentimientos mismos de Dios? ¿Sabemos realmente adorar con la medida de intensidad que marca y enriquece nuestra relación con él?


REYES ADORANDO AL REY

“Cuando Jesus nació en Belen de Judea en días del Rey Herodes vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle” (Mt.2:1,2). Indagando en dónde estaba, se dirigieron hacia Belen, “y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra” (Mt.2:11).

¡Vaya, qué adoración tan única!, digna del Salvador de los hombres, y muy especial para alabar al Dios hecho hombre.

Ahora bien, a la verdad no todos tenemos la riqueza desplegada por aquellos reyes magos ni podríamos ofrecerle algo similar a Jesús. ¡Esa fue una ofrenda demasiado costosa! El oro es muy valioso, y el incienso y la mirra también lo eran demasiado en aquellos tiempos, de hecho eran elementos usados como moneda de cambio en el Medio Oriente. ¡Y de seguro lo llevaron en gran cantidad!, pues aunque la tradición ha dicho que estos adoradores eran solo tres personas (partiendo del número de componentes de su donativo), ¡y hasta les han puesto nombre!, en realidad los más posible es que era una caravana compuesta de mucha gente, como era la costumbre de los monarcas al viajar con un séquito de siervos.

Ese honroso regalo cubrió el viaje de emergencia de Jesús y de sus padres hacia el lejano Egipto, así como su larga estadía allá hasta que el niño pudo retornar a la tierra de Israel en condiciones favorables para su seguridad (Mt.19:23).

ADORACION DE REYES

La historia del nacimiento de Jesús, sin embargo, nos revela que hubo muchos otros que también le adoraron durante el acontecimiento de su venida, cada uno con sus muy particulares dones y recursos, “abriendo sus propios tesoros” con los que individualmente habían sido enriquecidos.

“Realmente”, hay muchas formas de adorar, y algunas muy individuales, entre ellas cinco muy importantes:

  1. UNA VIDA DEDICADA A DIOS. Maria le adoró mediante su disposición a ser el vientre biológico del Salvador (Lc.1:31,38; Sal.24:3,4).

  2. EL SERVICIO Y LA DISPOSICION A AYUDAR. José le adoró al convertirse en el padre adoptivo y fiel protector del Salvador (Mt.1:18-25).

  3. LA PROCLAMACION Y EL TESTIMONIO: El ángel mensajero anunció a los pastores la noticia de la venida del Salvador, y estos a su vez acudieron hasta donde él estaba para declarar lo que aquel les había dicho acerca del niño (Lc.2:8-18).

  4. LA ALABANZA Y LA ADORACION. Las huestes angelicales del cielo adoraron al Salvador cantando hermosas alabanzas de exaltación (Lc.2:9-14; Jon.2:9; Heb.13:15; Lc.2:13,14;).

  5. LAS OFRENDAS MATERIALES. Los sabios adoraron al Salvador mediante dádivas tangibles (Mt.2:1,2,11; Pr.3:9,10; Fil.4:16-18).

Nadie debemos sentirnos menos importantes a causa de nuestros recursos o formas de adorar, ya que todos podemos hacerlo con lo que tenemos. Cada una de estas cosas es una manera válida de adoración. Lo importante es que seamos “reales” al adorar.

¿Cuál de estas sería su forma más significativa? ¿Y la más característica? ¿Le ha aprendido usted a adorar en realidad?


ADORANDO "EN REALIDAD"

Pero, ¿cómo podemos adorar a Dios en realidad? ¿Cuál sería una adoración real? Una “adoración real” es una que posee realidad y verdad; es la que:

  • Es sincera, clara, genuina y transparente (Mr.12:30; Jn.4:23,24).

  • Es espontánea y tan natural que refleja la singularidad de lo que somos (II Sam.6:14; Sal.38:1).

  • Es la que reconoce la grandeza de la autoridad de Dios sobre nuestras vidas (Sal.8:9; Mt.6:9,13; Lc.14:31,32).

  • Es reflejo de una entrega del corazón y de la consagración personal (Jn.14:15; Lc.6:46).

  • Es congruente con una forma de vida que agrada a Dios en la práctica (Rom.12:1; I Cor.10:31; Col.3:17).

  • No es mezquina, miserable y ruin, sino sacrificial, sustanciosa y generosa (II Sam.24:24; Sal.81:16; 174:14; Mr.12:41-44).

¡Todos podemos adorar así! Pero, ¿estamos dispuestos a aprender a hacerlo? ¿Estamos dispuestos a “emprender” el viaje hacia donde está nuestro Salvador para ofrecerle lo mejor que hay en nuestros tesoros?


ADORANDO "CON REALEZA"

Todos podemos honrar al Salvador como lo hicieron los reyes magos, adorar como “reyes y sacerdotes” que también somos en el reino de Dios (Sal.72:10,11; Ap.1:5,6). Y todos podemos dar algo, porque todos estamos bendecidos de alguna manera especial (Rom.12:3,4; I Pe.4:10).Los verdaderos reyes de esta tierra adoran sin reservas al Rey que tiene por encima de ellos en los cielos (Ecl.5:8; Sal.73:25; Ap.1:5; 4:10,11).

Presentemos, pues, al Salvador de nuestras almas una ofrenda que simbolice realeza y majestad, que represente nuestro reinado sobre las cosas que administramos para él, del “campo” en el que hemos sido enriquecidos, no importa cual éste sea (Gen.1:27,28; 4:3,4).

¿Sobre cuál área de la vida te ha concedido Dios “reinar” o “señorear”? Trae algo de eso, y ofrece tu adoración con todo tu corazón, reconociendo al Salvador de tu alma (Sal.8:4-8). Será grato perfume aromático delante de él.


ADORACION QUE ENTREGA EL EGO

Muchos adoradores de hoy no queremos utilizar otras formas de alabar y glorificar a Dios, mas allá de la alabanza y la adoración con cánticos; pero como vemos, hay otras formas de demostrarle amor. Nos escondemos detrás de la música y los cantos para ser hijos irresponsables, empeñándonos en envolver únicamente nuestras emociones y nuestra voz, pero sin consagrar nuestra voluntad y vida al Señor. A menudo esquivamos adorar mediante la disposición al servicio y envolvernos en el trabajo de proclamar sus buenas nuevas. ¡Y con el caso de las posesiones es todavía más! Evadimos hacerlo, olvidando que Jesús dijo que "donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mt.6:21).

Ahora bien: si nosotros somos los que decidimos todo el tiempo lo mas cómodo y fácil con qué adorar, entonces esta no sería adoración en sí, porque estaríamos todavía nosotros mismos al mando de nuestra ofrenda; de este modo no estaríamos centrados precisamente en el Señor (Gal.2:20). "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento" (Mt.12:30).


REALIDAD Y REALEZA DE ADORACION

Una adoración real, pues, es que entregamos a Jesús con “realidad” y con “realeza”, una adoración de “reyes sabios”. Debemos adora así. La gente ya está cansadas de ver personas que no son convincentes al representar al Salvador, “religiosas” pero no “reales”. La sociedad actual exige ver en los cristianos personas reales viviendo en un mundo real, pero adorando a Dios con su vida y sirviéndole con todo su corazón… ¡realmente!


ARIEL ROMERO LOPEZ

(C) 2021


33 TEXTOS DE “ADORACION REAL”:

Mt.2:1,2,11

Mt.19:23

Lc.1:31,38

Sal.24:3,4

Mt.1:18-25

Lc.2:8-18

Jon.2:9

Heb.13:15

Pr.3:9,10

Fil.4:16-18

Jn.4:23,24

II Sam.6:14

Sal.38:1

Mt.6:9,13,46

Lc.14:31,32

Jn.14:15

Rom.12:1-4

I Cor.10:31

Col.3:17

II Sam.24:24

Sal.81:16

Sal.174:14

Mr.12:30,41-44

Sal.72:10,11

Ap.1:5,6

I Pe.4:10

Ecl.5:8

Sal.73:25

Ap.4:10,11

Gen.1:27,28

Gen.4:3,4

Sal.8:4-9

Gal.2:20

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